Los Estómagos – Tango Que Me Hiciste Mal (1985)

Estomagos

Acaba el dia, nos encontramos en un Uruguay recién salido de su dictadura militar, queremos ser libres, jóvenes y punks; paseamos y decidimos hacernos con la noche. El plan suena a una canción de Joy Division, nada más lejos de la realidad: las calles son una lucha continua, pensamos en si nos volveremos a ver cuando amanezca, nada es seguro, solo existe el hoy. Nos encontramos ante un álbum conceptual, con unas letras y un sonido que poco tienen que envidiar al post-punk popularizado por los ingleses o por sus ídolos: Parálisis Permanente; pero combinado con tango, un estilo que les convierte en uno de los grupos más interesantes del momento.

Formados como The Vultures a principios de los 80, cuatro jóvenes que no conocían el punk -aunque lo practicaran- y solo querían hacer ruido, poco tardaron en dar conciertos y comenzar a beber de ese género aún desconocido para ellos gracias a artistas como Los Ilegales o Siniestro Total, quienes fueron influencias directas. Ya como Los Estómagos, consiguieron ganar un festival a ritmo de hardcore punk y ello les brindó la posibilidad de grabar un álbum. Tuvieron que esperar hasta que acabara la dictadura -que no la represión, como ellos plasman- para publicarlo y en ese tiempo cambiaron su estilo hasta lo que tenemos aquí: un post-punk mezclado con tango de temática existencialista-nihilista que marcó el inicio de la Movida post-dictadura uruguaya.

El disco en cuestión nos cuenta la historia de un hombre en plena represión, Gritar, eriza la piel con las líneas de bajo y sus versos. Nos muestra el dolor de alguien, su falta de esperanza, sus ganas de rebelarse, su impotencia, su miedo a unas noches marcadas por la opresión a la sociedad. Luego en Ídolos nos habla de la censura a la libertad de expresión («Dentro de mi mundo de ídolos sin arte«), de la falta de futuro -tema recurrente en el género- en la sociedad uruguaya. Recurrente y tópico dentro del post-punk es también el estribillo de Amo de la nocheQuiero morir esta noche«), aunque a la vez es musical y líricamente uno de los puntos claves del disco.  Areanistán es ese tango que llevábamos esperando y que ejecutan a la perfección, permitiéndonos olvidar toda esa oscuridad que nos ha acompañado hasta este momento. Le sigue Torturador, la canción más noire de todo el disco -que cuenta con un riff à la Dead Kennedys- y, como tal, la más agresiva. Con Vals de mi locura vuelve a decaer el ritmo -sin perder ni un ápice de odio- para acabar en uno de los momentos más intensos del álbum, como es el final de esta y toda la siguiente canción: Fuera de control, la más simple, aunque también la más representativa del género y nos hace recordar a los también míticos The Dream Syndicate. La siguiente, Los seres vivientes, es un salto en la línea temporal del disco: da igual que sea dia o noche, solo estamos buscando a aquellos que aún sienten, que no ignoran la situación del momento («No escuchamos las voces gritando ‘¡Detente!'»). Ningún lugar es otra balada, aunque esta vez de relleno, lo único a remarcar es lo bien que suena en conjunto. Invierno es uno de los platos fuertes del disco -aunque recuerde, quizá en exceso, a los momentos más suaves de Remember tomorrow de los mismísimos Iron Maiden– y la única canción que trata sobre el amor, desde un punto de vista decadente, cómo no, con algunos de los versos más cuidados del álbum. Este trabajo cierra con En silencio, un tema corto que resume y condensa todo lo que hemos estado escuchando y finaliza de la manera más dramática posible, con un disparo.

En resumen: nos encontramos ante una de las obras clave del género y uno de los grupos que más aportaron a la sociedad de su época. Influyentes, experimentales y, desgraciadamente, breves; solo llegaron a lanzar otro LP: La Ley Es Otra… que se separa de su sonido pionero para algo más movido y mucho más influenciado por la Movida madrileña, aunque conservan algunas líneas líricas a tener en cuenta, como se puede notar en Perdido.

Santa Rita – High On The Seas (2013)

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El grunge no es ropa sucia, greñas y pocos baños o, al menos, eso demuestran Santa Rita con su primer LP. High On The Seas no es un disco como muchos otros, es un rompehielos arrasando con todo a su paso, es cada uno de los miembros de la tripulación de un barco de Pesca radical, es la tranquilidad del Titanic cien años después de su hundimiento, es una llamada de socorro en aguas internacionales. High On The Seas es todo eso y más desde el primer acorde. Santa Rita nos traen uno de los mejores discos del año, lo hacen en clave de grunge -género casi extinto, algo que hace más curioso el concepto- y nos parece fenomenal.

Pongámonos en situación: empieza el disco. Nos encontramos en Seattle, hemos vuelto a los 90 y estamos de crucero con cuatro chicas que comienzan a tocar. Suena Báltico y nos damos cuenta de que solo pueden ser la reencarnación de Sonic Youth. La música continúa: primero Necochea, luego Cantábrico; es la calma después de la tormenta, después de los gritos de «Smash your brain!» en la primera canción. Llega Mar Muerto y atracamos. ¿Es un puerto abandonado? ¿Fantasmas? ¿Cantos de sirenas? ¿Estamos muertos de verdad? Después de la incertidumbre, el viaje parece seguir. Es Cap de Creus y estamos solos en la niebla. El cuarteto parece querer sacarnos de este «lugar» a base de rabia y guitarreo, no les diremos que no. Hemos pasado la mitad del disco, todo está bien, estamos volviendo y nos dedican una canción de amor y tejanos ajustados -el típico tema por el que lo daríamos todo a las tres de la mañana, cerveza en mano-, es Fidji y queremos subir a cantarla con ellas durante el resto de la noche. Ahora es el turno de Adriático, buen tema aunque poco depurado, quizá el único momento de relleno de todo el álbum -y eso que es una canción 100% à la Goo-. Con Pacífico quieren ponernos la piel de gallina, momentos de rock oscuro y denso con el añadido de que han vuelto los «cantos de sirena». Llegamos a casa, pero antes, nos dicen que aún no puede ser, que les queda la traca final. Los cuatro minutos y medio de Fisterre resumen el disco a la perfección: rabia, pesadez y oscuridad combinadas con una crudeza poco vista en la escena independiente de este país.

High On The Seas no es solo eso. Ha sido un buen viaje, de aquellos que cuando recuperas las fuerzas necesitas repetir, y es necesario repetirlo, puesto que a cada escucha se encuentra algo nuevo: no es un álbum improvisado; está lleno de matices y cada vez que encuentras uno, necesitas el siguiente, eso que se te ha pasado, revivir qué te ha maravillado… Esperemos que el viaje no acabe aquí.